Esta noticia salió hace ya tiempo pero no por ello deja de asombrarme, así que me gustaría escribir acerca de ella por si todavía queda alguien que no la haya leído.
En estos tiempos de evolución sin descanso que nos rodean nos hemos dado cuenta de que cada día tenemos al alcance muchas más opciones con precios mucho más asequibles, sin embargo, lamentablemente este tipo de descenso de precios se refiere principalmente a productos que vayan a estar dedicados con fines lúdicos o tareas cotidianas. Nos olvidamos de todos aquellos recursos que mucha gente necesita con fines mucho más importantes en los que los precios nunca bajan, hasta que surgen personas como Paul McCarthy.
Paul McCarthy es el padre de Leon, un niño de 12 años que nació con un problema que impidió a su mano izquierda desarrollarse. Una prótesis les hubiera costado muchísimo dinero del que no disponían, así que Paul, ni corto ni perezoso se dedicó a investigar acerca de diseños de prótesis que pudieran ser materializadas a través de una impresora 3D, y así fue como encontró uno realizado por Ivan Owen y Richard Van As, así que se puso en contacto con ellos y le ayudaron a hacer este proyecto realidad.
La mano, conocida como Robohand, le costó al padre de Leon 2010 dólares, 2000 por la impresora y 10 por el material, pero ha conseguido hacer a su hijo el niño más feliz del mundo, no tenéis más que ver la sonrisa que muestra durante toda la entrevista, como él dice ya no se considera diferente sino especial, como una especie de niño cyborg. Y lo mejor de todo es que como ya tiene el soporte y el material puede realizar nuevas prótesis según vaya creciendo o se le rompan.
Parece mentira, que una sola persona “sin recursos” sea capaz de realizar tal hazaña y los gobernantes e industria médica que precisamente están ahí para ayudarnos no sean capaz de buscar medios más asequibles para que todos podamos acceder a ellos.